"Los Pazos de Ulloa", Emilia Pardo Bazán.

Aprovechando estos días de confinamiento estoy releyendo algunos de los libros de mi biblioteca, entre ellos tengo los Pazos de Ulloa. La novela, publicada a finales del siglo XIX, está firmada por Emilia Pardo Bazán; escritora, periodista, crítica, profesora,…pero por encima de todo feminista, nació en A Coruña, ciudad a la que llama en sus novelas Marineda; seguro que te suena ese nombre ;)!. Y nación en el seno de una familia de la nobleza gallega, ella misma recibió el título de Condesa de Bazán. Su origen familiar y su acomodada posición económica le permitieron tener acceso a la mejor educación, algo que ella aprovechó muy bien.

Mujer independiente, aunque se casó muy joven, nunca abandono sus pasiones ni su actividad literaria. Entre sus muchas publicaciones está esta novela: Los Pazos de Ulloa, publicada en 1886 y que forma un díptico con otra posterior titulada La Madre Naturaleza.

Emilia escribe una novela realista, protagonizada por Don Pedro Moscoso, Marqués de Ulloa, teniendo como escenario principal la vieja casa familiar de los Moscoso en tierras ourensanas. La escritora retrata la situación social de la época, a mediados del siglo XIX, y de un estamento social del que ella misma es miembro: la burguesía gallega.

El estamento es descendiente de aquellos nobles y señores feudales de la Edad Media tan poderosos económica y socialmente, que empezaron a perder privilegios en el siglo XV, cuando los campesinos se rebelaron contra el sistema establecido provocando la caída del llamado Antiguo Régimen. Pues bien, la historia que narra la novela nos muestra la imagen de un estamento en decadencia que sobrevive intentando conservar el poco orgullo que les queda, representado por el Señorito de los Moscoso.

Y lo hace contraponiendo dos mundos diferentes: el rural y el urbano. Mientras que en la urbe, los burgueses mantienen aún un cierto estatus y comodidad económica, en el rural la situación es diferente. Se puede decir que incluso dentro del mismo estamento se establecen diferencias sociales, porque no es lo mismo ser un “señorito” de ciudad que uno de aldea, diferencias que se marcan en cuanto a la educación, modales y cultura que tienen unos y otros, además de en el trato entre ellos, los “señoritos” de ciudad desprecian a los “señoritos” de aldea. Así lo siente Don Pedro durante su estancia en Santiago, a donde se trasladó con la intención de contraer matrimonio, y lo hizo con una de sus primas, una señorita de ciudad que nunca acabo de encajar en los Pazos de Ulloa.

Pero dejando a un lado el análisis literario de la novela, como siempre a mí lo que más me interesa es comentarla desde el punto de vista patrimonial. Así, en ella encontramos un elemento patrimonial muy característico dentro de la tradición arquitectónica gallega: el Pazo.

Los Pazos siguen siendo hoy en día símbolos de poder social y económico, como vemos en los Pazos de Ulloa. Su origen está en las fortalezas medievales, una época oscura, en la que estos enormes edificios representaban opresión y dominio, un dominio ejercido sobre la propiedad de la tierra y los campesinos. Con la caída del sistema feudal los Señores van perdiendo paulatinamente la propiedad de la tierra y el poder sobre los campesinos. Los descendientes de esas familias no supieron adaptarse a los cambios, sobre todo los que tenían sus feudos en el rural gallego, y al perder propiedades y el poder sobre los campesinos, perdieron las rentas con las que mantenerse ellos y sus Pazos.

En la novela, Emilia va incluso más allá y nos muestra como en el siglo XIX la situación era tan mala para los “señoritos” que malvivían en sus viejas casonas y Pazos destartalados. Esa es la imagen que nos ofrece la novelista, viejos Pazos sin ventanas, muebles carcomidos, suelos podridos,…y señores  manipulados y engañados por sus administradores y demás personal de la casas. La decadencia del estamento se refleja en sus casas familiares, anunciando el fin definitivo de su dominio sobre la propiedad de la tierra, un proceso que empezó cuatro siglos antes.


Por toda Galicia nos podemos encontrar hoy en día con muchos de estos antiguos edificios nobles bien conservados, llenos de historia y vida, aunque son pocos los que siguen siendo propiedad de algún descendiente de aquellas familias nobles, muchos fueron vendidos o pasado a mano públicas. Pero también con las ruinas de los que quedaron abandonados y olvidados, pero que conservan entre sus piedras la memoria de tiempos mejores.

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